Sobre lo de no escribir y las canas

Que nada tiene que ver una cosa con la otra, pero son temas que se juntan en mi cabeza aleatoriamente. Cuando me vienen ideas sobre las que escribir, intento darlas un nombre y atraparlas en un post it que luego pego en la pantalla de mi ordenador. A veces, como ésta, estos post it conviven ahí criando polvo durante meses. Porque a veces, como ésta vez y muchas otras, pues no me da la vida para escribir.

Que no es que no quiera, ojo. Mi cabeza colecciona temas, títulos y escribe párrafos mentalmente perfectos, pero todavía nadie ha inventado un registrador de pensamientos con el que escribir simplemente pensando. Ése es otro invento que me encantaría. Pero al lío: que estas semanas o meses he estado imbuida de lleno en un nuevo equipo, un nuevo puesto, aprendiendo sobre un montón de nuevos temas e intentando que no me explote la cabeza demasiado al final del día. No siempre lo he conseguido. Además he pasado por mi montaña rusa habitual: días de apatía o tristeza, días de enfado, días de tranquilidad y días de euforia. Y hay días de mi montaña rusa en los que escribir se torna una tarea imposible. También se suma el que soy lo que digo: una mujer constantemente inconstante. No puedo escribir en LinkedIn un post diario ni aunque me lo propusiera, porque igual estoy semanas sin poner nada que en una sola te junto 3 posts. Aquí, cada cual, a su ritmo.

Por no comentar a mis dos soles, Monete y Mariflor, que son mi foco, mi luz y mi faro y que si ya es difícil conciliar trabajo y vida en sí, imagínate si le metes un hobby o dos la que liamos. Total, que se me ha escapado el tiempo de las manos y hoy me he sentado a poner un parentésis a esto de no escribir.

Está el tema de las canas y mi estrepitoso fracaso en la lucha con el patriarcado. Lo confieso: he perdido. Hace ya tiempo, años, que me ronda en la cabeza esto de dejar de teñirme y ver cómo es mi pelo en realidad. A cualquier hombre le parecerá increíble plantearse esto, pero para mí era algo importante. Por muchos motivos:

  • Es un rollo total tener raíces blancas cada 10 días, tener que echarme sprays hasta estirar el tiempo y poder teñirme una vez al mes aunque sea. Es un rollo teñirse.
  • ¡Quiero ver mi pelo real! Quiero saber cómo es. Me encanta cuando asoma el blanco reluciente, y me frustra tener que cubrirlo cada vez
  • Quiero cambiar mi propia percepción de las canas como sinónimo de mujer vieja y descuidada, y ayudar a cambiar la percepción social. Sigo a muchas chicas en redes sociales que han dado el paso y el gris en el pelo les queda increíble. He aprendido a verlas genuinamente guapas y que no suponga ninguna connotación negativa, si no al revés. Lo mismo que la moda me hizo enamorarme de los pantalones pitillo cuando me parecían una aberración, es posible alterar cualquier percepción de belleza. Y me parece sano hacerlo resaltando lo bello de lo natural.
  • Sí, me da rabia que esta concepción solo sea para las mujeres, y los hombres puedan campar a sus anchas con sus canas al viento. Es decir, muy a favor de que lo hagan, pero es que yo también quiero poder hacerlo sin que me de vergüenza salir a la calle.

Estaba yo en ello, dejándome raíces a lo loco (y que por cierto, ¡descubrí que son blanquísimas!), cuando me topé con mi portero. El portero de mi edificio es un hombre de unos 45 años, muy servicial, amable y con el pelo completamente blanco. Cuando me vio, me soltó un: «¡Pero qué te has hecho en el peeeeeelo!» que le salió del alma. Yo me reí y le contesté «Pues me estoy dejando crecer mi pelo natural, con mis canas«. Mi portero continuó, curioso:

¿Pero por qué haces eso?

Bueno… pues porqué no. ¡Vosotros también lleváis el pelo con canas!

Ya, pero… ¿las mujeres también hacen eso?

Ahí ya dejé la conversación, le dije que lo estaba intentando y que me deseara suerte para conseguirlo. A favor de mi portero he de decir que sus preguntas venían desde la curiosidad, y desde la percepción que tenemos todos construida únicamente por los cánones de belleza sociales. He recibido las misma preguntas y comentarios desde el 80% de mi entorno: ¿Por qué haces eso? Te vas a echar 20 años encima. ¿De verdad es algo tan loco querer tener tu pelo natural, sin más?

Mi propia madre me ha pedido que por favor me tiña. Con esto sí que me dio la risa floja con ella: «¡Pero mamá, con 15 años me pedías que no me tiñera porque mi pelo natural era precioso, y ahora me pides que por favor me tiña! ¿desde cuándo mi pelo ya no es precioso?» Es curioso como cambian nuestras percepciones.

El caso es que así he estado unos cuantos meses, intentando pasar el mal trago de dejarse crecer el pelo y tenerlo a mil colores. Peeeeeeero. Estaba yo muy empoderada. Muy de «¡yo puedo hacerlo!». Lo he pasado mal muchos días porque yo misma no conseguía verme bien, y me daba rabia. He cancelado quedadas con gente por vergüenza pura. Y al final, pues he fracasado en el intento: me he vuelto a teñir y a esconder cualquier signo de mi edad propia. No estoy preparada aún, mentalmente, para afrontar todos esos miedos e inseguridades del qué dirán.

¡Y qué rabia me da! Pero a la vez no me fustigo. Estoy intentando cambiar una parte muy estructural y delicada que tiene que ver con lo que nos han imprimido a fuego que significa ser mujer: ser objeto de belleza como valor principal. Aunque esa belleza sea irreal y enfermiza, aunque esa belleza vaya en contra de algo tan ilógico como no envejecer. No es un mensaje racional si no emocional, y eso es lo que lo hace tan poderoso y tan difícil de cambiar. Mi lugar en la sociedad y la aceptación de los demás pasa por cumplir esas normas no escritas que tenemos las mujeres. Estar delgadas, ser guapas, no envejecer. Todo lo demás es un extra. No me fustigo porque es muy difícil de cambiar, porque todo esto juega con nuestra autoestima y nuestras inseguridades.

Algún día lo conseguiré. Mientras tanto, me propongo retos a corto plazo: ¡escribir el próximo post antes del mes que viene!

Que no lo digo yo, lo dice LinkedIn. Ansiedad no es hacer muchas cosas todo el día. Ansiedad es hacer poco de lo que te hace feliz durante el día. Y a mí, escribir, me hace MUY feliz.

¡Feliz viernes a todos!

P.D. – Para l@s que aún pensáis que las canas quedan fatal en las mujeres, os puedo recomendar varias cuentas como las de @thesilverlining_1970. Convendréis conmigo en que esta mujer está ESPECTACULAR.

2 respuestas a “Sobre lo de no escribir y las canas

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  1. ¡Qué cierto esto y qué ciegos estamos a veces! Tengo una amiga que nunca se tiñó y tenía canas bien joven y, oye, ni tan mal; es como cuando un hombre da el paso de raparse al 0 porque se queda calvo (coges unos años más enseguida, pero oye, que viva el tiempo y los años que pasan, signo de haber vivido 😉 Huelga decir que las mujeres tenéis mucho peso sobre la fijación en vuestro físico y edad (tanto por hombres como mujeres; es algo arraigado de hace quisabecuándo…). Y ahora, en vez de avanzar toda la sociedad quitándole peso al físico, yo veo que cada vez más hombres se machacan al gym y se depilan hasta los tobillos… Total, que creo que la presión al cuerpo solo va hacia arriba en la sociedad, pero gestos como dejar que tu cuerpo sea natural suman un poco a frenar esa tendencia… Quién sabe, quizás algún día ocurra como con las modelos curvy y haya más modelos menos maquilladas y menos teñidas también; hagamos visibles la belleza natural también, que no sea incompatible con lo «estereotipado» (AKA, «heteropatriarcado» como se dice ahora) 🙂

    Bea, y hay que ver qué bien escribes, jodía… 🙂 Un abrazo!

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    1. Pero Sergio, el chico de la sonrisa perenne! ¿cómo estás? qué ilusión leerte 🙂 y cuánta razón en tus palabras… mi vaticinio es que de aquí a no muchos años, para cuando tu bebé sea adolescente, ya estará mucho más normalizado el tema de la naturalidad en las mujeres. O eso espero. Que hayamos dejado de estar encorsetadas en una tiranía constante de no envejecer y transformarnos en otra persona antes de salir por la puerta de casa. Ojalá lo veamos 🙂 y los hombres, lo mismo, con la diferencia de que vosotros sí podéis elegir si os depiláis o no, por ejemplo. Vuestras elecciones estéticas son eso, elecciones que no condicionan cómo os ve el resto del mundo. En fin, ¡que me alegro un montón de leerte! un besazo enorme

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