Monete y Mariflor

A veces, cuando no tengo clara mi vocación o mi razón de ser en la vida, simplemente las miro a ellas. Mis hijas son mi propósito. Si las tengo a ellas, lo tengo todo. Sí, además de madre soy mujer, tengo intereses profesionales, hobbies y una personalidad. Soy creyente (aunque lamentablemente no practicante) del autocuidado. Pero si de algo me siento segura es que estoy aquí por ellas, y no al revés.

Desde hace muchos años busco la sensación de «casa». En personas, en lugares, en trabajos. Sensación de paz, de pertenencia. Lo que jamás pensé es que yo sería «casa» para alguien. No solo en sentido literal, después de haberlas sentido crecer dentro de mí. Si no cada vez que me llaman (que son muchas veces al día), cada vez que me abrazan y se acurrucan conmigo para tranquilizarse. Cada vez que acuden a mí cuando algo les molesta, les asusta, les hace sentir mal. Yo les calmo. Qué increíble sensación. Ser casa para mis hijas es algo que no quiero dejar de sentir nunca. Y lo más importante: que ellas no lo dejen de sentir.

También a veces me sorprendo con la intensidad de sentimientos. Dicen que el enamoramiento es un estado efímero. Discrepo. Llevo enamorada de mis hijas toda su vida (4 y 2 años), sin vestigios de que vaya a cambiar o disminuir. No exagero: estoy profundamente enamorada de mis hijas. Cuando las miro, cuando me abrazan, siento toda esa explosión de emociones y me noto flotando en una nube. Me dan paz, también. Me dan paz aunque me griten en el oído.

Por supuesto no idealizo la maternidad: es muy dura. Mi paciencia se agota y tengo que ponerla a cargar varias veces al día. Sus gritos y rabietas hacen que a veces me resquebraje por dentro. A veces grito y a veces me voy a otra habitación para soltar unas lágrimas. Pero. Eso es parte del aprendizaje. El suyo y el mío. ¿Cómo no va a ser difícil cuidar de personitas totalmente nuevas y dependientes?

Aunque todo vaya mal, ellas. Aunque todo vaya bien, ellas. Monete y Mariflor son la razón por la que saco fuerzas cuando a veces no tengo, la razón por la que tengo ganas de celebrarlo todo, la razón por la que doy las gracias cada noche.

Cuando escucho eso de que «ser madre no nos define como mujer», me revuelvo un poco por dentro. Soy mujer y madre, y esa faceta me define actualmente mucho más que cualquier otra. Soy curiosa, ambiciosa, solidaria, luchadora. Pero también por encima de todo, soy madre. Y es de lo que más orgullosa me siento en toda mi vida.

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