Hace ya varias semanas que quería volver por aquí. Pero como siempre, no encuentro el momento, no me da la vida y esos problemas del Primer Mundo. Estuve dándole vueltas a esa «vuelta a la oficina» palpable ya en muchas empresas. Esta nueva normalidad, que conlleva inexplicablemente que hemos aprendido poco de la anterior. Primero pensé que, en lugar de obligar a una vuelta a la oficina porque sí, las empresas deberían de incentivarla. Currárselo un poco, vaya. Ofrecer ese «algo más» para que no sea una obligación, si no un aliciente. Pensé que era una idea genial, la mía… hasta que leí un artículo en el que decía que varias empresas estaban haciendo exactamente eso: montando un mes de actividades diarias en la oficina, conciertos, talleres, food trucks, ¡de todo! Suena genial, ¿verdad?
Sin embargo solo de imaginármelo me entró un vértigo inmenso. ¿Por qué a nadie le apetecería ir a su lugar de trabajo para disfrutar de actividades de ocio que realmente querrían disfrutar con sus familiares y amigos? ¿Por qué perdería sus horas de trabajo (o peor, de ocio) en algo así? ¿acaso le iba alguien a reducir la carga de trabajo durante ese mes? Por supuesto que es más agradable que tu empresa haga eventos, de vez en cuando, y poder socializar. Pero no puede ser un aliciente para ir a la oficina. Los empleados, las personas, no se «compran» con este tipo de iniciativas.
Principalmente porque lo que la pandemia y el teletrabajo les ha dado es infinitamente más valioso: TIEMPO. Les ha dado algo más de tiempo para dormir. Para desayunar con sus familias, llevar a sus hijos al cole, ver un rato más a sus parejas. Tiempo para poder ir a buscar a sus hijos antes en lugar de comerse el atasco de salida, o para dar dos pasos y acurrucarse en el sofá si lo necesitan. Pueden no haber tenido subida de sueldo, pero ese tiempo que hemos ganado ha sido ORO. Es el que nos ha permitido entender que podemos tener una vida. Que se puede conciliar mejor (aunque estamos lejos de poder, si quiera, conciliar). Que no me tengo que ir a la oficina cuando aún es de noche y mis hijas aún duermen. Que puedo verles las caritas, vestirlas y abrazarlas antes de que se vayan al cole. Que puedo poner una lavadora si la necesito en lugar de concentrar todos los quehaceres en las 3 horas que paso en casa. Se puede tener una vida, y lo mejor: ha quedado sobradamente demostrado que es perfectamente rentable, si no incluso más rentable. Persona contenta, persona motivada, persona que trabaja mejor. Las empresas no han salido perdiendo con este cambio, muchas de ellas todo lo contrario. La productividad se ha incrementado. Tener una vida es posible.
Lejos quedó el tiempo en el que el empresario y los jefes debían «controlar» a los empleados. ¿Qué sentido tiene contratar a alguien si no te fías de que vaya a cumplir su trabajo? ¿Por qué necesitas que, obligatoriamente, la gente esté bajo tu mismo techo? Habrá gente que le guste trabajar desde casa, otros que no, otros, de vez en cuando. A mí me gusta socializar a veces, vernos las caras, tomarnos un café y bromear porque sí. Pero de vez en cuando, y cuando yo decida. No estoy en contra de ninguna de las opciones y a favor de todas: libertad para decidir. Se ha comprobado que el único aliciente de las personas para ir a la oficina es ver a compañeros. No hay más. Tener libertad para decidir implica tener responsabilidad, y debería ser una máxima en cualquier empresa (en la que sea factible el teletrabajo, obvio). Porque hemos descubierto que se puede tener una vida, y nos habéis dado tiempo. Y no estamos dispuestos a renunciar a ello.
Habrá empresas que sean más flexibles, otras menos. Me encanta ver las empresas que sean 100% remotas. Pero lo que está claro es que hoy día se ha convertido en una condición MUY importante para retener talento.
Y con esto y un bizcocho, ¡me voy a por Monete y Mariflor!

Muy de acuerdo, el teletrabajo viene siendo una gran ayuda para padres y madres de familia. He conocido a muchos tipos de trabajadores, a destacar los llamados «workalcolics». Para ellos la empresa es su vida, necesitan la oficina, llegar los primeros y salir los últimos. Para ellos el teletrabajo es una faena
Me gustaMe gusta